viernes, 26 de diciembre de 2025

Donde habita el abrazo, el libro que escribí para volver a lo esencial

 

Donde habita el abrazo

Hay días en los que el mundo parece que va demasiado rápido y con mucho ruido.
Y entonces sucede algo pequeño —un gesto, una mirada, una presencia— que te devuelve a lo humano. A lo sencillo. A lo que importa. A veces es una palabra a tiempo. A veces es un silencio compartido. Y a veces, sí: es un abrazo.

Hoy quiero presentarte un proyecto muy especial para mí: “Donde habita el abrazo”, mi primer libro publicado. Un libro nacido desde la emoción, escrito sin prisa, con la intención de acompañar.

¿De qué trata “Donde habita el abrazo”?

Este libro nace de una necesidad íntima: recordar que seguimos siendo personas, incluso cuando la vida aprieta, incluso cuando el día se rompe en mil tareas, incluso cuando el ánimo se nos queda corto.

“Donde habita el abrazo” es un viaje por emociones que todos conocemos: el amor, la ausencia, el agradecimiento, el duelo, la esperanza… y esa fuerza invisible que nos sostiene cuando no tenemos palabras.

No pretende dar lecciones. No pretende imponer verdades.
Solo quiere acompañar.

Porque hay abrazos que son alegría, y abrazos que son refugio. Abrazos que celebran y abrazos que despiden. Abrazos que curan despacito, sin hacer ruido. Y también abrazos que no se dan con los brazos, sino con la forma de estar.

Por qué lo comparto en Rincón del Ciudadano

En este blog hablamos muchas veces de convivencia, de polarización, de esperanza ciudadana. Y aunque parezcan mundos distintos, para mí todo está conectado.

Si queremos una sociedad más habitable, más humana, más justa… también necesitamos ternura. Necesitamos bajar el tono. Mirarnos mejor. Aprender a escuchar. Y recordar que el otro, incluso cuando piensa distinto, también carga su historia.

Este libro es mi manera de sumar a eso:
una invitación a recuperar el vínculo, la calma y la mirada limpia.

A quién puede gustarle este libro

Si estás en un momento de cambios…
Si vienes de una etapa difícil…
Si te cuesta encontrar aire entre tanto ruido…
Si eres de los que aún cree que la sensibilidad no es debilidad…

Entonces quizá este libro sea para ti.

Y si simplemente te apetece leer algo que abrace por dentro, también.

Dónde comprar “Donde habita el abrazo”

Aquí tienes el enlace directo a Amazon:

Para terminar…

Gracias por estar aquí, por leer, por acompañar este rincón.
Ojalá este libro encuentre a quien lo necesite, justo en el momento adecuado.

Y si lo lees, me encantará saber qué te ha hecho sentir:
¿Qué significa para ti un abrazo? Te leo en comentarios.

Diálogo y esperanza en tiempos de polarización

 


Mira a tu alrededor. Abre cualquier red social. Escuchas las noticias.

Y sí… da un poco de vértigo.

Vivimos en un mundo en ebullición permanente: guerras que se alargan, tensiones políticas que se enquistan, una polarización social que ya no se queda en los parlamentos ni en los platós… sino que se cuela en la mesa de casa, en el grupo de WhatsApp, en el trabajo, en la calle. A veces cerramos el móvil o apagamos la tele con esa sensación rara de agobio, como si estuviéramos caminando sobre un campo minado de palabras mal interpretadas, de miedos y de trincheras.

Lo más irónico es esto: nunca hemos estado tan conectados. Podemos hablar con alguien al otro lado del planeta en segundos. Ver en directo lo que ocurre en cualquier rincón del mundo. Tener información infinita al alcance del pulgar.

Y, sin embargo, demasiadas veces usamos ese poder para lo contrario de lo que prometía: no para entendernos, sino para gritarnos más fuerte. Para buscar razones para estar en desacuerdo. Para encerrarnos en burbujas donde solo escuchamos a los que piensan como nosotros.

La polarización no se cura con más ruido

Aquí es donde conviene parar y respirar hondo.

Porque cuando se apagan los micrófonos y se bajan los gritos, queda una verdad incómoda pero clarísima: la única salida real es hablar. No el monólogo. No la frase brillante para ganar puntos. La conversación de verdad.

Y ojo: esto no va de “ser buenista”, ni de mirar el mundo con ingenuidad. Al contrario: dialogar es lo más práctico y, a la vez, lo más difícil que existe. Sentarse con quien piensa distinto. Escuchar de verdad (no solo esperar tu turno para responder). Y buscar ese punto, por pequeño que sea, desde el que construir algo.

La historia no la escriben solo quienes ganan batallas. Muchas veces la cambian quienes, en los momentos de mayor tensión, tuvieron la valentía de extender la mano.

Paz no es silencio: la paz es acción diaria

La paz no es solo eso que ocurre cuando no hay ruido de balas.
La paz es activa. Es un lío. Es trabajo.

Es elegir no deshumanizar al otro por ser diferente. Es abandonar el “o conmigo o contra mí” y probar con algo más simple y más valiente: “explícame, que quiero entender”.

Porque en el fondo, gran parte del conflicto nace ahí: en que dejamos de ver personas y empezamos a ver etiquetas. “Los míos” y “los otros”. Y cuando el otro deja de ser humano, cualquier cosa parece justificable.

¿Qué podemos hacer nosotros ante todo esto?

Mucho más de lo que creemos.

No vamos a resolver la geopolítica desde el salón de casa, cierto. Pero sí podemos influir en lo que tenemos cerca, que es donde empieza todo: en la convivencia cotidiana, en el lenguaje, en el tono, en lo que compartimos y en lo que alimentamos.

Pequeños gestos que frenan la polarización

  • Dejar de compartir contenido que solo busca herir, ridiculizar o incendiar.

  • Antes de reenviar algo, preguntarnos: ¿esto informa o solo enfada?

  • Cambiar el “qué barbaridad dices” por un “¿por qué piensas así?”.

  • En familia, en el trabajo o con amigos, atrevernos a ser quien baja el volumen y propone un terreno común.

  • Practicar una especie de higiene mental: menos “batallas” en redes y más conversaciones reales.

Puede parecer una gota en el océano, sí.
Pero las mareas cambian así: gota a gota.

Esperanza ciudadana: aprender a navegar juntos

El panorama a veces parece oscuro. Y cansado.
Pero también está lleno de gente —como tú y como yo— que ya está harta del enfrentamiento. Gente que tiende puentes en su día a día. Gente que no necesita tener toda la razón para seguir queriendo convivir.

La esperanza no es esperar a que pase la tormenta.
La esperanza es aprender a navegar juntos en ella.

Y al final, todo se reduce a recordar algo muy simple: compartimos este mismo pedacito de roca en el universo. Nuestro destino está atado. O encontramos la manera de arreglar las cosas hablando… o no habrá manera de arreglarlas.

Vale la pena intentarlo, ¿no crees?