De las 203 naciones en el mundo actual, sólo cuatro (!) no le deben dinero a
otras. La deuda externa colectiva de todos los gobiernos en el mundo es ahora de cerca de 52
billones de dólares14 y esta cifra no incluye la deuda interna masiva de cada país. (1 trillón en EU
= 1 billón en español.)
El mundo entero está, básicamente, en bancarrota. Pero, ¿cómo? ¿Cómo puede el mundo
entero deberse dinero a sí mismo?
Obviamente, todo es un disparate. No existe tal cosa llamada 'dinero'. Sólo hay recursos
planetarios, trabajo humano e ingenio humano. El sistema monetario no es más que un juego... y
uno obsoleto y disfuncional además.
Aquellos en situación de poder social alteran las reglas del juego, a voluntad. La naturaleza
de esas reglas está guiada por las mismas mentalidades competitivas y distorsionadas que se
usan en la vida "monetaria" cotidiana, sólo que ahora el juego está arreglado desde la raíz para
favorecer a aquellos que dirigen el espectáculo.
Por ejemplo, si tienes 1 millón de dólares y los depositas en un certificado de depósito al 5%
de interés, vas a generar $50,000 al año simplemente por ese depósito. Estás haciendo dinero del
dinero mismo... haciendo papel de otro papel... nada más. Sin inventar, ni contribuir a la sociedad
ni nada.
Habiendo indicado esto, si eres una persona de clase media-baja, con fondos limitados y
tienes que pedir préstamos con intereses para comprar tu casa o usar tarjetas de crédito,
entonces estás pagándole intereses al banco, los cuales usa el banco, en teoría, ¡para pagarle a la
persona del Certificado de Depósito su 5%! No sólo es escandalosamente ofensiva esta ecuación
debido al empleo de la usura (intereses) para 'robar al pobre para darle al rico', sino que también
perpetúa la estratificación clasista por su mismo diseño, manteniendo pobres a las clases bajas,
bajo la carga constante de la deuda, mientras que mantiene ricas a las clases altas, por medio de
convertir el dinero excesivo en más dinero, sin ningún trabajo.
Nunca como hasta ahora los derechos civiles habían sido tan generalmente aceptados e invocados. Nunca antes gozaron de tanto prestigio. Quizás por ello nunca fue tan grande el riesgo de verlos convertidos en un todo abstracto, retórico, vacío de contenido práctico. Quizás por ello nunca fue tan necesario como hoy el trabajar por su realización efectiva, luchar contra la injusticia, la exclusión, la intolerancia, la miseria, la incultura o la explotación.
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